José Laya Quintana analiza el futuro del dinero físico y digital: ventajas, riesgos y el papel de la inclusión financiera en República Dominicana y LATAM
Introducción
Desde mi experiencia analizando la evolución de los sistemas financieros, he visto cómo los pagos digitales se convirtieron en el nuevo estándar económico. Hoy, el dinero físico ya no domina la conversación: las billeteras electrónicas y las monedas digitales están rediseñando la confianza y la inclusión financiera en República Dominicana y LATAM.
Según el Banco de Pagos Internacionales (BIS), más de 130 países ya investigan o prueban monedas digitales oficiales. Economías como China (yuan digital), Nigeria (eNaira) y Bahamas (Sand Dollar) ya tienen pilotos en funcionamiento, mientras otras como Brasil y México avanzan en sus propias versiones regionales.
En este contexto global, José Laya Quintana plantea una pregunta esencial:
“¿Estamos realmente preparados para un futuro sin dinero en efectivo?”
Este análisis busca explorar las ventajas, riesgos y desafíos que enfrentan República Dominicana y América Latina frente a la digitalización del dinero, y por qué el efectivo sigue siendo un pilar de confianza y estabilidad económica.
Ventajas del dinero digital
1. Rapidez y comodidad
Los pagos digitales han convertido el teléfono móvil en el nuevo monedero universal.
Hoy, millones de personas realizan transferencias, compras o pagos de servicios con solo escanear un código QR o usar su huella digital.
Un informe de McKinsey (2023) reveló que el 80% de los usuarios adoptan pagos digitales por su facilidad y velocidad.
En República Dominicana, la expansión de plataformas como Banreservas App, tPago y Qik Banco Digital ha permitido que los pagos móviles se integren a la vida diaria de miles de ciudadanos.
“La tecnología ha reducido las barreras de acceso a los servicios financieros. En cuestión de segundos, un emprendedor o una pyme puede recibir un pago desde cualquier punto del país”, explica José Laya Quintana.
2. Mayor trazabilidad y transparencia financiera
Cada transacción digital deja un registro verificable, lo que reduce la evasión fiscal, el lavado de dinero y la economía informal.
En Suecia, donde el efectivo representa menos del 10% de los pagos, esta trazabilidad permitió fortalecer la transparencia y la seguridad del sistema financiero.
En América Latina, la trazabilidad digital también se percibe como una herramienta clave contra la corrupción y la informalidad.
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la digitalización de pagos públicos podría ahorrar hasta 1.500 millones de dólares anuales en fugas y sobrecostos administrativos.
3. Integración tecnológica y ecosistema fintech
El dinero digital no opera de forma aislada: se integra con plataformas fintech, criptomonedas, aplicaciones de crédito, sistemas de fidelización y herramientas de consumo inteligente.
Casos como Yape (Perú), Nequi (Colombia) o Mercado Pago (Argentina) muestran que los pagos móviles se están convirtiendo en ecosistemas financieros completos.
En República Dominicana, startups locales comienzan a conectar servicios de pago con programas de lealtad, facturación electrónica y préstamos P2P, generando una nueva economía digital.
“La convergencia entre pagos, datos y plataformas tecnológicas redefine el concepto de banca. Ya no se trata solo de dinero, sino de experiencias financieras integradas”, afirma José Laya Quintana.
Riesgos de depender solo del dinero digital
1. Pérdida de privacidad financiera
Cada movimiento digital genera una huella.
Esto abre un debate profundo sobre la vigilancia económica por parte de gobiernos, bancos o corporaciones tecnológicas.
Algunos analistas alertan sobre el riesgo de que los sistemas de pagos digitales se conviertan en herramientas de control social, especialmente en países donde las instituciones carecen de marcos sólidos de protección de datos.
“El dinero digital no debe convertirse en una herramienta para vigilar a los ciudadanos. Su diseño debe garantizar libertad y privacidad financiera”, señala José Laya Quintana.
2. Vulnerabilidad tecnológica y riesgo sistémico
El dinero digital depende totalmente de la infraestructura tecnológica: electricidad, conectividad y ciberseguridad.
Un apagón, un ataque informático o una caída de servidores pueden paralizar transacciones a escala nacional.
En 2021, una falla global en Visa y Mastercard dejó a millones de usuarios sin poder realizar pagos durante horas.
Durante emergencias o desastres naturales, el dinero físico sigue siendo el único respaldo operativo inmediato.
3. Exclusión financiera y brecha digital
A pesar de los avances, el Banco Mundial estima que 1.4 mil millones de personas aún no tienen acceso a servicios financieros.
En Latinoamérica, el 45% de los adultos no posee una cuenta bancaria, y muchos dependen del efectivo para subsistir.
En República Dominicana, la CEPAL señala que el 56% de la población trabaja en el sector informal, lo que convierte al efectivo en una herramienta vital para la economía cotidiana.
“Digitalizar sin incluir es excluir. Las políticas financieras deben equilibrar la innovación con la realidad social”, advierte José Laya Quintana.
El papel del dinero físico: resiliencia y confianza
Lejos de desaparecer, el dinero en efectivo mantiene un rol esencial en la estabilidad económica.
Beneficios del efectivo:
No depende de energía ni de internet.
Funciona en emergencias o catástrofes.
Protege la privacidad del usuario.
Permite transacciones en zonas rurales o sin conectividad.
Un ejemplo claro ocurrió durante el apagón masivo de Venezuela en 2019, donde el efectivo fue el único medio de intercambio que mantuvo la economía en movimiento.
En República Dominicana, muchas zonas rurales y sectores informales siguen operando casi exclusivamente en efectivo.
Eliminarlo abruptamente pondría en riesgo la inclusión económica de cientos de miles de personas.
“El efectivo es el estabilizador invisible de la economía. Su coexistencia con el dinero digital garantiza resiliencia ante crisis tecnológicas o sociales”, explica José Laya Quintana.
Ejemplo: Durante el apagón de Venezuela (2019), el efectivo mantuvo la economía en movimiento cuando los sistemas digitales colapsaron.
En República Dominicana, donde el 56% de la población trabaja en el sector informal (según CEPAL), el efectivo sigue siendo clave para la economía diaria.
El futuro: convivencia necesaria entre dinero físico y digital
El dinero digital llegó para quedarse, pero el efectivo no desaparecerá pronto.
El BIS confirma que más del 90% de los bancos centrales del mundo trabajan en proyectos de monedas digitales (CBDC), aunque en la mayoría de los casos mantienen el efectivo como respaldo paralelo.
Los países que lideran esta transición —como China, Suecia o Corea del Sur— han demostrado que un modelo híbridoes el más sostenible:
uno donde conviven los beneficios tecnológicos del dinero digital con la estabilidad y accesibilidad del efectivo.
“El futuro financiero no consiste en eliminar el dinero físico, sino en construir un modelo mixto, inclusivo y equilibrado”, enfatiza José Laya Quintana.
CBDC y el nuevo rol de los bancos centrales
Las monedas digitales de bancos centrales (CBDC) representan un cambio de paradigma.
A diferencia de las criptomonedas privadas, las CBDC son emitidas y respaldadas por el Estado, garantizando su valor y estabilidad.
Entre sus ventajas:
Reducción de costos de impresión y transporte de billetes.
Mayor control monetario y prevención del fraude.
Posibilidad de transferencias directas entre ciudadanos y bancos centrales.
Sin embargo, las CBDC también despiertan interrogantes:
¿Podría el Estado rastrear todas las transacciones privadas?
¿Desplazaría a los bancos comerciales?
¿Qué mecanismos protegerán la privacidad y la libertad financiera?
Estas preguntas son especialmente relevantes para países en desarrollo, donde la confianza en las instituciones aún se construye.
🔑 Conclusión: equilibrio, inclusión y resiliencia
El dilema entre dinero físico y digital no es una batalla de sustitución, sino una oportunidad para rediseñar el sistema financiero global sobre bases más sólidas e inclusivas.
José Laya Quintana sostiene que el verdadero desafío no está en elegir entre efectivo o digital, sino en integrar ambos modelos para lograr:
Inclusión financiera real.
Transparencia institucional.
Resiliencia tecnológica.
Sostenibilidad económica.
“La tecnología debe servir a la sociedad, no al revés. El futuro del dinero será híbrido: digital por eficiencia, pero humano por necesidad.”
En República Dominicana y Latinoamérica, este equilibrio será determinante para construir economías más justas, conectadas y seguras.
Mientras el mundo avanza hacia las monedas digitales, el efectivo sigue recordándonos que la confianza es el activo más valioso del sistema financiero.
Como concluye José Laya Quintana:
“El futuro financiero no se trata de eliminar el efectivo, sino de construir un modelo mixto, inclusivo y equilibrado que combine la innovación digital con la seguridad del dinero físico.”
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